Loreto B. Gala
Cocinando con niños
Siempre me han dicho que a mi me funciona lo de cocinar con los hijos porque tengo mucha paciencia. No lo había visto así, pero es cierto. Antes de cocinar ya sé que lo más probable es que no nos quede el mejor pastel de la historia, ni que se vea como en Pinterest y que quizás acabe hasta en la basura (o en la barriga de mi marido, que siempre dice que está muy rico todo)... pero lo importante no es el resultado, sino que el proceso. Aprendemos todos. La paciencia es la reina de la cocina!

Lo primero que nada es darles a ellas tareas. En conjunto se encargan de recolectar todos los ingredientes y dejarlos al alcance de todos (sí, nos arriesgamos a que la pequeña acabe embadurnada en harina, como ocurrió en esta foto)
Pero son "gajes del oficio"... hacer la vista gorda y dejar que ellos experimenten... Es parte del gran panorama que es la cocina.
Lo siguiente, es darle a cada una una tarea e ir turnándose. La más querida es lo de romper los huevos. Y aquí he decir que me he tardado bastante en dejar que lo hagan más que nada por pereza... la probabilidad de que la masa quede llena de pedacitos de cáscara es tan alta que me daba pereza estar luego recogiendo uno por uno. Ya nos pasó varias veces estar comiendo cáscaras de huevo con pancakes de plátano.
Creo que con 6 años ya pueden romper huevos sin que quede un verdadero destrozo, aunque todo es probar. Hay niños pequeños que son verdaderos profesionales rompiendo huevos!
Luego, vamos turnando: una pone un ingrediente, la otra revuelve. Y al revés... Así van probando todo. Yo estoy detrás. De apoyo, supervisando y dando instrucciones (la verdad es que se me da muy bien esto de dar instrucciones). Sólo en caso necesario, meto mis manos, sobretodo cuando le toca el turno a la pequeña de agregar algún ingrediente, aunque se moleste porque lo quiere hacer todo "yo sola!".
(Por cierto, aquí veis que no solo se trata de cocinar sino que también de llevarse comida a la boca...)

Finalmente, el premio no es el bizcocho horneado, sino que la masa antes de hornear. Aquí hay peleas porque siempre está muy rica (recuerdo de pequeña comer a cucharadas la masa dulce del bizcocho de chocolate). Sé que hay huevo y harina cruda, que podría hacerles daño la barriga... pero esto es otra cosa que uno ha de hacer la vista gorda. Es el premio por haber sido tan disciplinadas, mientras yo cruzo los dedos para que a ninguna le de una salmonela!

El tema de limpiar y recoger lo prefiero hacer yo, porque ya habré usado mi dosis de paciencia y mi lado "ControLeto" (como dice mi marido, y que es cierto que lo tengo) necesita controlar que al menos los platos y la cocina queden otra vez perfectamente limpios y en su sitio.

Sólo puedo concluir que lo de cocinar con niños resulta muy fácil si no queremos controlarlo todo a la perfección. Si dejamos el centro en el proceso: mancharse ( o como decía la Ita, mi bisabuela muy catalana: hacer "putinejades") y probar... no solo probar la comida sino que probar también las habilidades de cada uno de tus niños. Y vas viendo cómo con el tiempo van mejorando. El ejercicio de cocinar en familia no es más que poner a prueba el trabajo en equipo, la paciencia de todos y las habilidades tanto psicomotrices como degustatorias, que nunca está de más desarrollarlas.
No hay fin de semana que en casa no hagamos un bizcocho... y he de confesaros algo: cada vez nos queda más rico. Ya estamos a nivel Pinterest, solo que no llego a sacar fotos porque antes de que me de cuenta, el pastel ya ha desaparecido...

PD: las fotos están hechas por mi querida Bridget Wood, que de casualidad estaba en Barcelona y nos ofreció hacer fotos para The Grace Tales.
Las niñas están vestidas por Aiö Kids y yo, por supuesto, mis piezas favoritas del verano de Twothirds.