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  • Foto del escritorLoreto B. Gala

El cuarto de baño.

"EL CUARTO DE BAÑO ES UN ESPACIO PARA NUESTRO CUERPO, NO PARA LAS COSAS"


Una de las cosas que más cuesta mantener ordenada y minimalista es quizás el cuarto de baño.

Yo solía hacer “limpieza profunda” dos veces al año, y prácticamente tirar todo lo que pasaba por mis manos. Podía sacar dos bolsas de basura enteras. Y lo que me encontraba era siempre lo mismo: envases de champú que aún estaban por acabar y que por alguna razón seguían estando allí con dos dedos de producto. Supongo que esa mentalidad “me queda poco, compro uno nuevo por si acaso” acababa por coleccionar champús todos iguales. Lo mismo con los envases de desodorante y crema de sol. Una colección completa de envases sin acabar y que probablemente mucho de ellos ya estaban más que caducados.

En casa, al haber tanta niña, también habían más peines, gomas de pelo, lazos, clips, diademas... conjunto de cosas que nadie necesitaba realmente y que las íbamos acumulando ya sea por que lo recibíamos de regalo, por las funciones del colegio o por capricho...


Todo esto se acabó desde que nos mudamos a nuestra nueva casa. Por cuestión de diseño optamos tener muebles abiertos para colocar las toallas. Y un mueble pequeño con cuatro cajones para guardar (y no coleccionar) los objetos necesarios para nuestra higiene o cuidado personal.

Aquí también, redujimos al máximo.

Yo personalmente nunca he sido una buena consumidora de cremas. Me basta con una para el cuerpo que la uso para la cara también. Tampoco suelo maquillarme mucho por lo que el maquillaje es básico y suele durarme mucho tiempo.




Me lavo la cara con agua y con jabón antes de dormir y por la mañana en la ducha. Soy bastante básica la verdad.


Tengo un producto para limpiar el maquillaje de ojos que lo utilizo con unos discos desmaquillantes hechos de algodón orgánico. Los lavo rápido a mano con agua caliente y jabón, y vuelta a utilizar.


El gran cambio lo hice con el champú, el jabón y la crema corporal. Los tres productos ahora son de barra, sin envoltorio de plástico.

Lo único que sí tengo es la crema reparadora de pelo que aplico 2 a 3 veces por semana, cuando me lo lavo. Es el único envase de plástico que tenemos en la ducha.


Mi hermana me regaló una crema hidratante en pastilla. Es en base a coco y chocolate. Huelo a playa, a verano. Aunque mi frasco de perfume sigue siendo esas piezas delicia del cuarto de baño... hay cosas que no se dejan de tener. Por supuesto.

La mayor de nuestras hijas, que ya ha empezado a usar desodorante, tiene uno ecológico de barra con envoltorio de cartón. Huele a menta fresca. Ha sido un gran descubrimiento y sin duda su cuerpo se acostumbrará a este tipo de producto, esperando que a no necesite nunca de un desodorante más agresivo.


El cuarto de baño de las niñas funciona de la misma manera. Aparte del mueble de las toallas, tiene una pequeña repisa donde una caja almacena sus gomas de pelo y lazos. Una bolsita con los cuatro juguetes de goma para la bañera y sus tres albornoces colgados en la pared. No necesitan más realmente.

En el caso de ellas, el jabón no es de barra porque no saben usarlo bien: la pastilla acaba hecha un mejunje o los ojos llenos de jabón. Para eso tendrán que esperar unos añitos hasta que lo tengamos controlado.


Nosotros seguimos manteniendo el cepillo de dientes eléctrico porque también es bueno seguir utilizado lo que funciona, pero las niñas sólo tienen cepillos de dientes hechos de bambú, que además, he comprobado que son más resistentes que los de plástico que comprábamos antes en el supermercado.


Vivir más minimalista es dejar espacio a nuestro cuerpo, no a las cosas. Y la verdad, aunque nos dan mucha oferta de consumo, nuestro cuerpo no necesita tanto. Necesita mucho antes otras cosas básicas que se encuentran en la naturaleza en nuestro alrededor, para hacerlo sentirse bien. Agua, aire, sol... Hay que dejarlo respirar también y no llenarlo de productos. La manera más fácil de mantener el orden y el minimalismo es a su vez la más sostenible: no adquirir productos que no necesitamos. Ser más austeros nos permite también disfrutar de las pocas cosas que tenemos y darles el valor que corresponde. Vivir con conciencia.


Una vez que empezáis, ya veréis, el camino se hace fácil.


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