top of page
  • Foto del escritorLoreto B. Gala

El poder de la intención.

Hacia meses que por falta de tiempo no había podido volver a escribir. Temas y ganas no me faltan. Sí, en cambio, organización en mis prioridades… pero ya se sabe… “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Por mucho que yo hable sobre la necesidad de tener un momento para uno solo, es algo que a mi me cuesta encontrar.

Pero una conversación con una amiga, hace unos días, me ha hecho volver a escribir. Maria José es de esas personas que viven con intención. Da igual en qué momento nos vemos, si es espontáneamente en la calle, cuando ella va a ver a sus padres y yo salgo de paseo con las niñas, o si es porque hemos quedado a propósito para un café. Siempre entre nuestros encuentros “caóticos”- niñas llorando, carritos de la compra a tope, semáforos que se ponen en rojo...- surgen reflexiones. Porque las dos vivimos con el corazón abierto. No nos da igual los encuentros con las personas, aunque duren solo unos segundos. Y aquí empiezo.


Cuanto más lo observo, más soy de la idea de una de las causas de la "crisis mundial" que tenemos - me refiero a crisis existenciales, de valores, financieras, ecológicas, de vida...- es la falta de intencionalidad en cada cosa que hacemos. Nos falta fuerza en la intención.


Vivir con intención es vivir en el presente y captar el momento. Es apreciar el mundo que nos rodea. Es fijarse en los demás. Es des-abstraerse de uno mismo. Es abrir el corazón y ponerlo allí, donde voy, donde estoy. Es dirigirse voluntariamente hacia el mundo. El mundo, su gente y sus criaturas.

Para vivir con intención hacen falta dos cosas: Mirar con el corazón y ... dejar el móvil.

Donar una sonrisa, un gracias dirigido desde la mirada. El detalle de regalar milésimas de segundos.


La sonrisa y la mirada son fuentes poderosas de intención. Y aún más si están dirigidas hacia las personas, hacia la naturaleza, hacia las cosas... Entonces, dejamos de sentir indiferencia y dejamos de ser indiferentes. Tú también, porque te recordarán. Ese día que has vivido con intención, alguien pensará en ti.


Lo asombroso de vivir con intención es que la vida empieza a tener un gustillo diferente. Porque la empezamos a ver desde otra perspectiva. Empezamos a conocer nuestro universo. El porqué y para qué estamos donde estamos. Y hacia dónde vamos. Algo empieza a encajar, porque le damos un sentido a nuestras acciones. Es así de sencillo.


Una sonrisa dirigida a alguien. Un gracias mirando a los ojos. Pero clavando tus pupilas en sus ojos. Así se empieza a mirar desde el corazón.

Un “hola, qué tal?” deseando oír la respuesta, porque ha sido preguntado con intención.

Un “hasta la próxima” deseando de verdad volver a ver a esa persona pronto. Pero no digamos frases sin sentido.


Oler, oír, sentir. Recoger la casa con amor al detalle -todo tiene su lugar, su tiempo, su importancia-. Levantarse por las mañanas agradeciendo un día más.

Acostarse por las noches agradeciendo el descanso -vivir agradeciendo es vivir con intención-.

Y dar las gracias antes de comer.


Salir a dar un paseo, una oración, dar un beso... Cuando tocas un instrumento, cuando sientes el sol, cuando das una caricia, cuando nadas. Cuando sientes dolor. Todo con intención. Es dar el espacio a que el corazón se nos abra para encontrar ese motivo. El que nos da sentido. Las cosas no se hacen o se padecen por inercia, hay una intención, un motivo detrás. Quizás una persona que nos necesita, una causa que nos importa, el cariño hacia alguien... A ellos dedicarles nuestras acciones. Y no actuar por automatismo.

Dedicar, ofrecer y pensar - en alguien -. Es vivir con intención.


Apropiarse del momento, cada momento es nuestro. Vivir respetando la pausa (también vivida con intención).



Nos hemos adormecido, olvidándonos así, de dirigirnos hacia nuestro mundo. Porque el mundo no es prestado, nos lo han regalado. Y aquí estamos, somos y caminamos por un motivo.

Uno aprende a conocer ese motivo, viviendo con intencionalidad.


Esa es la fuerza de la intención.

Poderosa.


Definición "Intención" según la R.A.E

Del lat. intentio, -ōnis.

1. f. Determinación de la voluntad en orden a un fin.

2. f. Designio de aplicar una oración, una misa u otro acto del culto en favor de una persona determinada o de la consecución de un bien espiritual o temporal.

4. f. Cautelosa advertencia con que alguien habla o procede.





bottom of page